Desde el Renacimiento las Artes se agruparon como seis, pero desde entonces la tecnología y sus alcances han creado opiniones sobre nuevas expresiones que deberían ser consideradas dentro de este grupo también, como el cine, el cual es conocido por muchos como el Séptimo Arte, desde que se acuñó ese término en 1911.
Otras actividades artísticas y culturales se han considerado para ocupar el término de Octavo Arte, como la fotografía o el cómic, pero el día de hoy me gustaría postular en ese lugar a los videojuegos, un medio de expresión, recreación, diversión, etc; que ha logrado seguidores devotos en todo el planeta.
Hasta hace unos años la aseveración de que los videojuegos pueden ser el Octavo Arte, me hubiera parecido risible, sin embargo una compañía me hizo ver los videojuegos desde una perspectiva diferente. Un estudio de videojuegos francés llamado Quantic Dream que hace 11 años desarrolló un juego para para PlayStation 2 y XBox llamado Fahrenheit, donde por primera vez vimos algo que dio vida de forma definitiva al término de forma de juego cinematográfica y si bien es cierto que anteriormente lo presenciamos en títulos de arcadia como Dragon’s Lair, la gran diferencia radica en que este último tenía una historia lineal, no cambiaba en ningún momento.
Los juegos hechos por Quantic Dream van más allá de eso, tiene diferentes formas de jugarse y las decisiones que los jugadores realizan afectan el resultado de la historia en diferentes niveles. El siguiente juego que realizó ésta compañía francesa fue Heavy Rain y después de amarrar una exclusividad con PlayStation, lanzaron este título que atrapó la atención de muchos videojugadores dedicados y aquellos no tan “clavados”, conocidos como “casuales”.
Con la historia de un asesino serial y cuatro personajes para controlar durante toda una historia digna de una película hollywoodense, este videojuego modificaba sus líneas, e incluso se podía terminar con los cuatro personajes “vivos” al final o sólo con alguno.
Después, Rockstar Games hizo algo parecido con un juego que mezclaba dinámicas del género de videojuegos de “mundo abierto” y una narrativa profunda, en L.A. Noir donde se capturaron gesticulaciones de actores para dar vida a las personajes digitales del juego. En este título se jugaba el rol de un detective que resolvía crímenes en una ciudad de la década de los años 50. Como buen detective la lectura del lenguaje corporal y no verbal de los testigos y sospechosos podía decir mucho y eso se reflejaba en el arte del juego.
Lo interesante vino cuando secuencias de este videojuego llegaron al Festival de Cine de Tribeca, donde fueron consideradas por una audiencia acostumbrada a otro tipo de tecnología de efectos especiales.
Esta semana se puso en circulación un nuevo videojuego de Quantic Dream, llamado Beyond Two Souls, donde con más de dos mil páginas de guión y dos actores de alto calibre de la llamada Meca del Cine, Ellen Page (Inception) y Willem Dafoe (La última tentación de Cristo), el estudio francés repitió la fórmula, pero ahora incluso con la intención de alcanzar a más audiencias “casuales”, desarrolló una App para dispositivos táctiles y que aquellas personas que tienen problemas con los controles de las consolas caseras puedan disfrutar de este thriller.
Este tipo de juegos llevan disciplinas como la pintura, literatura, escultura, música y arquitectura y resultan en un medio de expresión novedoso y más atractivo en algunos momentos que el cine, gracias a su interactividad.
Lo complejo elaborado de este tipo de producciones sin duda pueden aspirar al título de Octavo Arte, pero todos aquellos que lo refuten sólo espero que lo hagan después de haber jugado un título como Beyond Two Souls.
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