¿Podría ser tu caso?
Uno no puede ser completamente anónimo en Internet, pero sí puede, por ejemplo, decir que se va de vacaciones sin haber dicho nunca dónde vive. Y si ya lo has hecho, y además no quieres renunciar a la posibilidad de enviar una fotografía de la playa, recuerda que no tienes por qué decir a los cuatro vientos cuándo te vas, cuándo llegas, cuánto tiempo estarás fuera, o si la casa se quedará vacía. Por otro lado, si vas a publicar en Facebook una foto o un mensaje, recuerda que puedes establecer un nivel de privacidad, de manera que solo un grupo de tus usuarios lo vean. Quizás podrías crear un grupo de “Usuarios confiables” que tengas seleccionado como predeterminado, y al que mandes las cosas cuando no quieras que la vean todos lo demás de manera precisa.
Yo ya estoy en Twitter y Facebook, ¿anonimato?
Pero hablamos de anonimato. Y uno se pregunta. Si ya estoy en Facebook y Twitter, si hasta me he buscado en Google y encuentro mis notas de selectividad, y busco mi DNI y están todos mis datos, ¿cómo es posible ser anónimo?
No puedes desaparecer de Internet, eso está claro, pero sí puedes evitar que las personas relacionen toda la información. Y quizás el caso de Carlos te pueda resultar, si no familiar, preocupante por algún caso de tu familia, o por ti mismo.
Carlos era un joven de 17 años que se dedicaba a jugar a videojuegos. El mundo de los juegos online le llevó a jugar con personas de todo el mundo, algo que es totalmente común hoy en día y que no tiene por qué ser peligroso. Sin embargo, eso también supone tener que jugar con personas de todo tipo, algunas de las cuales sí podrían ser peligrosas. Carlos participaba en una liga online en la que la mayoría de los usuarios dan su nombre completo y real. Y le tocó jugar con otro usuario una partida que, finalmente, ganó Carlos. Durante la partida recibió insultos, algo que también es común por parte del perdedor. El mayor problema estuvo en que la situación fue a peor. Este otro usuario no era un simple jugador, sino que formaba parte de una agresiva banda. No dejó en paz a Carlos en ningún momento, y siguió enviándole mensajes amenazantes, mucho después de finalizar el partido. Como es obvio, no tardó mucho en localizar el nombre completo de Carlos, así como sus perfiles en redes sociales, asociados a su cuenta como jugador, y consiguió encontrar en Internet la dirección en la que vivía. Un día, Carlos recibió un mensaje amenazante de este usuario, indicándole que sabía dónde vivía, y que tuviera mucho cuidado porque algún día iría a visitarle.
Esta última situación no es tan infrecuente. Entre los insultos, y algo más, hay tan solo un paso, y si no mantenemos el anonimato, podríamos facilitar la tarea a personas peligrosas que podemos encontrar en Internet. La familia de Carlos denunció la situación a la Policía, y aunque procuran no darle importancia, viven con cierta preocupación por si este mensaje algún día se hace realidad y se encuentran con consecuencias poco deseables.
¿Cómo podría haberse evitado? Si no podemos controlar toda la información que hay sobre nosotros en Internet, quizás sí podamos evitar reconocer quiénes somos en determinados entornos. La misma liga en la que Carlos participó permitía introducir un alias, y no era imprescindible enlazar a sus perfiles en redes sociales. El usuario de juegos de Carlos hubiera podido ser anónimo, y cualquier otro usuario peligroso con el que hubiera jugado, podía no haber conocido más allá que un simple apodo que Carlos utilizó en el juego, sin más medios para localizarle.
Dos ejemplos, miles de casos
Sin embargo, estos eran simplemente dos ejemplos, muy frecuentes, de algo que podría ocurrirnos si no actuamos con precaución cuando utilizamos servicios online. Internet es una plataforma maravillosa que nos permite ponernos en contacto con personas que están al otro lado del mundo, buenísimas personas a las que nunca habríamos conocido de otra manera. Pero curiosamente, también puede hacer que nos relacionemos con personas peligrosas que viven en nuestro barrio y a las que normalmente evitaríamos al caminar por la calle. Cuando utilizamos Internet, no sabemos con quién estamos contactando, por ello, la recomendación siempre es la misma, toda precaución es poca cuando se trata de navegar por Internet. Es imprescindible utilizar el sentido común, evitar en todo lo posible dar información de manera pública, y tratar de actuar en Internet tal y como lo haríamos en la vida real.
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