Ir al contenido principal

Él ya quiere hijos.

Mi amiga Isabel y su novio, Daniel, son uno para el otro. Él tiene 38 años, ella tiene 29; ambos están satisfechos con su vida profesional y han pensando en hacer vida juntos. Todo suena perfecto, excepto por un detalle: él quiere tener hijos YA, y ella… no es que no quiera, es que ser mamá no está en sus planes de los próximos cuatro o cinco años. Isabel lo ama y no descarta la posibilidad de tener hijos con él, ¡pero no tan pronto! De hecho, no esperaba que su novio la presionara justamente cuando está llena de proyectos profesionales que la hacen muy feliz.

Entre toda la maraña de preguntas y posibilidades que se plantea Isabel, hay una que verdaderamente le quita el sueño: la prisa de Daniel. “Hace cinco años yo sentía unas ganas enormes de ser mamá, pero ahora no”, confiesa ella. “Es curioso, estoy enamorada pero mi reloj biológico no está haciendo ni remotamente tic tac. En cambio, Daniel está que no se aguanta y quiere ser papá, de ser posible, hoy mismo. No entiendo cómo se le podrían ir las ganas si ser padre es una decisión de vida. Además, se supone que su reloj biológico todavía da para rato, ¿no?”

Entonces me surgieron un par de preguntas: ¿Cómo funciona el reloj biológico de los hombres? ¿Acaso ellos también despiertan un buen día sintiendo ese imperioso deseo de ser padres?
Recientes estudios de institutos y universidades en diferentes partes del mundo, indican que la fertilidad masculina empieza a decaer a partir de los 37 años. No sólo el ADN del esperma comienza a fragmentarse, sino que los espermatozoides registran trayectorias cada vez más lentas y menos rectas en su camino hacia el óvulo. Con lo cual, hoy se concluye que los hombres sí tienen reloj biológico y que éste, al igual que el de nosotras, terminará por hundirse en el letargo.

Encontrar datos para responder a la segunda pregunta, la del imperioso deseo masculino de tener hijos, ha sido más complicado. Las chicas hablamos sobre maternidad desde que somos pequeñas, porque la cultura ha construido parte de nuestra identidad en torno al hecho de ser madres. Hay cientos de foros, libros, seminarios y horas y horas de conversaciones dedicados al tema. Pero siento que para ellos es distinto, que no hablan abiertamente de tener o no hijos sino hasta que llega EL momento de planearlo… o de asumirlo. Sin embargo, el hecho de que no lo digan no quiere decir que no tengan una postura al respecto.

Intrigada por el asunto, le hice tres preguntas a cuatro hombres muy diferentes:
1) ¿Sientes deseos de tener un hijo?
2) ¿Cuál es el momento correcto de tenerlo?
3) ¿Qué harías si la mujer que amas decidiera no tener hijos?
Estas fueron sus respuestas:

Armando, 27 años. Psicólogo e investigador.
1) Deseo tener hijos porque es una forma de vincularme con la vida desde otra dimensión que no es el éxito profesional ni el dinero. Generar vida es un acto que tiene que ver con la trascendencia. 2) El momento correcto es cuando uno lo decide, así de sencillo. 3) No aceptaría que mi pareja no quisiera tener hijos. ¿Te imaginas cómo sería la relación a largo plazo? Yo, yo, yo, y después tú y yo y yo y tú, y así hasta el fin de los tiempos. La vida en pareja puede volverse profundamente narcisista y, como te dije, un hijo te conecta con la vida de otra manera, más allá de ti mismo y de tu zona de confort.

Joel, 38 años. Director de ventas.
1) He sentido ese deseo, sí, pero supongo que no tan fuerte como las mujeres. Para mí, tener un hijo es una combinación de dos cosas: potenciar las cualidades de alguien que amas y, al mismo tiempo, trascender, dejar un legado, algo como un yo pero en versión 2.0, alguien mejorado por el amor que depositas en él. 2) El momento correcto: en teoría deberíamos estar enteramente preparados para ello, pero no creo que haya un momento perfecto. Supongo que es cuando lo tienes. 3) Aceptaría que ella no quisiera tener hijos, pero siempre como un acuerdo. Es una decisión conjunta, una mezcla de sus razones con las mías.

Luis, 29 años. Guionista de cine.
1) Yo deseé ser padre pero no podría explicarte por qué, quizás por instinto. Cuando ocurrió fue algo completamente consciente y planeado con mi pareja. 2) El momento correcto: es un deseo común. No había presiones externas ni problemas de pareja, simplemente lo deseamos y decidimos que así fuera. 3) Ahora estoy divorciado, pero si llego a tener otra pareja, respetaría su decisión. Si ella quiere ser madre, adelante; sé lo que significa ser papá y no podría negarle esa felicidad.

Toño, 32 años. Ingeniero en sistemas.
1) Simplemente no está dentro de mis intereses, creo que soy muy individualista. No digo un “no” rotundo a tener hijos, pero no es algo que quiera realmente. Ni pienso en ello ni me quita el sueño. 2) El momento correcto: creo que sí hay un momento instintivo o biológico en el que los hombres desean tener un hijo, pero a veces entran en juego presiones sociales, y esa sería la razón equivocada para convertirse en padre. 3) Aceptaría que ella no quisiera tener hijos porque tampoco están en mis planes. En mi caso, el problema sería si ella quisiera, tarde o temprano tendríamos que hablar de ello y, por el bien de ambos, llegar a un acuerdo.

Pues ya está entendida la prisa de Daniel: la cuestión del reloj biológico afecta por igual a hombres que a mujeres, y el “momento correcto” de Daniel es… AHORA. ¿Y el momento de Isabel?

¿Qué harías si fueras Isabel? Las chicas que ya tuvieron hijos, ¿cuál creen que es el momento correcto para convertirse en madre? ¿Cómo hicieron para conciliar sus intereses profesionales con la maternidad?

Comentarios

Entradas populares de este blog

La boda de Gloria Trevi

La digitación de las manos

Para poder aprender correctamente  a tocar el piano, necesitamos saber, en todo momento, con que dedo tenemos que pulsar una determinada tecla del teclado del piano; o del teclado electrónico. Para resolver este problema  acudimos a la digitación de los dedos , que no es más que identificar un determinado dedo con un número. Así pues, tenemos la figura 3, que nos muestra esta digitación: Figura 3 Digitación: Pulgar = 1 Índice = 2 Corazón = 3 Anular = 4 Meñique = 5 De esta forma, con los dedos numerados; podemos saber, al leer la partitura, con que dedo hacer sonar la nota musical.  La nota que aparecerá en el pentagrama tendrá un número al lado . Este número identifica el dedo con el que ejecutar el sonido, como muestra la figura 4. Figura 4 En la figura 4, la primera nota; que es DO, se tocaría con el dedo pulgar (ver la figura 3). La nota RE, se tocaría con el índice; y así sucesivamente... Hasta aquí por hoy. Puedes registrarte quí en el boletín de noticias para estar info

La tradición navideña que siempre esperas

E n diciembre entrar a una tienda se puede transformar toda una aventura: entre la música navideña, el olor a pino, los adornos que te llenan la ropa de brillantina, gente pasando de las cajas con enormes bolsas para formarse en la fila de las envolturas, y la prisa porque otros no se lleven antes que tú el regalo secreto que aún no decides qué será, pero si lo ves en mano de otra persona seguro lo querrás. En definitiva toda una experiencia digna de contarse, y tras terminar con los pies adoloridos, engentando, harto de las fila para salir del estacionamiento mientras te resignas a que tu coche quedará impregnado de brillantina, te emocionas pensando en que lo que has comprado seguro arrancará una sonrisa. Pero la Navidad es mucho más que las compras, el ajetreo, el bullicio y el tiempo invertido, porque en cada casa, en cada familia, se comparten “tradiciones” que muchos añoramos cuando ya casi olemos los platillos que imaginamos volverán a cocinarse. Además de la cena, el estertor,